Encontrábame yo con algún que otro congénere de mi grupo de socialización habitual, todos de la esfera científica, a cierto momento temprano del día, de camino al promontorio montañiforme de Aloia. La excusa para haberme levantado a las 7 de la madrugada no era otra que la realización del primer P.I.L.I.N.G (programa de inmersión lingüística en galego) de mi centro docente, pues ahora la Nature, que cesó de publicar en inglés, se vende en gallego, catalán y aranés. Cuando bajamos mis congéneres y yo al alegre campo se escucha por mi diestra trasera:
- ¿Y si me atacan los topos? Tienen una organización terrorista secreta...
Ante esto no pude más que reaccionar,desde mi erudita visión, con una estridente carcajada con cierto toque de humor "retranqueño", a la vez que enarcaba la ceja como queriendo transmitir un educado "¿Qué carallo bebeches, Sue Ellen?". A continuación, un homínido mochilero nos ofreció, a toda la congeneridad, una banana de considerables proporciones (sobra mencionar los recurrentes chistes sobre su tamaño y apariencia morfo-fálica con relacción a mi condición sexual). A continuación, y tras caminar un corto trecho, se oyó la siguiente pregunta:
- ¿Por qué las cabras me miran así?
Al punto se oyó en respuesta:
- Son orgullosas, ¿cómo quieres que te miren?
Esta vez no hubo carcajada ni sonrrisita alguna, todo el grupo se había quedado helado metafilosofando sobre porqué aquellos grupos de distintas especies aanimales nos miraba de aquella manera. Estas fueron las respuestas obtenidas, arduamente sudando sangre y exvotos durante 5 km, conseguidas con respecto a aquellas difíciles preguntas:
* ¿Por qué esa vaca me mira así? Es un animal orgulloso, muy señora la vaca, se cree superior a nosotros, disfruta de que le palpen las ubres, pero con delicadeza. Con esos ojos te está dejando bien claro que no eres su tipo, lo sentimos.
* ¿Por qué ese cuervo se posó en ese árbol? Tus ojos lo han hechizado... ¡mierda, tápatelos!
* ¿Y esa oveja? ¿La que se posó en el árbol? ¡Ah, no! ¿Aquella dices? Que quieres que te diga, las ovejas son tontas, se dejan hacer de todo, a tu gusto. ¿Como? No chico, lo siento, eso no te lo dejará hacer.
Lo más frustrante de todo este trabajo de campo, señores lectores, es que es completamente verídico, yo mismo participé de él, como afamado científico. Por lo que, siguiendo ahora mismo un discurso lógico sobre lo acontecido, sonsaco a mis terribles neuronas la siguiente conclusión:
"Jamás, nunca de los jamases, vayas al monte vestido de rojo".
Firmado por don Arjomiro Ounon Miro, doctor honoris causa por la Universidá de Allarís.