28/5/08

Libertad.

Libertad. Divino tesoro. Realmente, ¿hasta qué punto somos libres? Bien, una vez que uno se hace esa pregunta, debe ser consciente de que hay dos tipos de libertad: interior y exterior. En lo tocante a la exterior, tenemos que darnos cuenta que vivimos sometidos a leyes, que como democráticas y constitucionales que son, velan por nuestra "libertad". Por otra parte, las reglas sociales ya nos cohartan en una medida considerable, incluso la gente que nos rodea, la más cercana (si, hablo de padres, madres, hermanos, amigos de la infancia), pueden desviar nuestro libre albedrío a lo que ellos quieren. Bien, este punto me conduce ya a pensar en lo que es la libertad interior. Supongo, y digo supongo porque parto de lo que yo siento como libertad o no, que es la personalidad de cada uno quién la dirige. Una persona tiene que liberarse de ataduras interiores (sin llegar a convertirse en un ente dañino para los demás). Lo que eres, lo eres; lo que no, no lo eres; piensas, lo que piensas; sientes, lo que sientes; decides, lo que decides. Es importante, en mi opinión, evitar que la falta de libertad exterior anule nuestro fuero interno, porque una persona sin opinión propia no vale nada espiritualmente.
Para mi la libertad, como se desprende de lo anterior, es algo sagrado. Me gusta mucho la gente responsable, a la vez que se siente libre, no por ignorancia, que ese es otro caso, sino que por convicción propia. Y eso falta, autoconvicción.

20/5/08

Cancela.



Era, posiblemente, la última vez que bajaría por aquellas escaleras. Era, pero no sabía porqué, la última vez que vería a sus hijos jugar bajo la higuera. No había dinero. No había nada. Hacía tres días que no se llevaba algo consistente a la boca, sus hijos eran lo primero, sus hijos y Catalina, claro. Había sido en un tiempo hermosa, alta, orgullosa, de esas que bailan con sus amigos en la fiesta sin que le importase mucho "el que dirán". Pero había envejecido, la habían envejecido tantos años de trabajo en el campo, para nada. Para que otros nos robasen nuestro sudor. Había adelgazado mucho, pero él la seguía viendo hermosa, como el primer día, sus ojos, su boca, su lunar, su pelo,... Era hermosa, para él la que más. Por eso debía irse, ERA NECESARIO. Ella se merecía vivir mejor, su Manuel y su Xela también, aún tenían toda una vida por delante, y él... Él intentaría dársela. Al fin y al cabo, América era la única opción, la tierra de los sueños. Cerró el portalito y, cuando ya llevaba 10 metros andados, suspiró:


"Adeus Catalina, adeus Manoel, Xeliña; até máis ver."



18/5/08

A pedra e pao.

"A pedra e pao". Unas veces de dura palabra, grito clandestino, carente de miramiento o dulce ademán, a golpe de martillo. Otras, suave, políticamente correcto, existencialista. Sin más, me doy la bienvenida a este nuevo mundo.
"Agora comezo eu,
comezo por comezar,
que o que primeiro comeza,
primeiro ha de acabar".